01. Los violinistas de Hamelín

Era una noche tranquila en Hamelín.

Hasta que la música volvió a sonar en las calles en completo silencio de la ciudad.

Dos años, hacía dos años que no habían oído aquella canción endiablada. Ni esa ni ninguna otra. Pero estaba ahí otra vez, infectándoles. La misma melodía dulce e infantil que les había quitado a sus niños.

Esta vez era distinta, de todas formas. Se había vuelto rica y compleja, con tres violines en lugar de una simple flauta. Lo único que tenía en común es que las dos eran embriagadoras y para cuando quisieron darse cuenta de lo que estaba ocurriendo toda la ciudad estaba bailando en la plaza principal.

Frente a ellos había tres muchachos, una chica y dos chicos, de no más de diecisiete años. Los tres hermanos, de eso estaban todos seguros, los miraban de forma desafiante con los fríos ojos negros con los que les había mirado el flautista dos años antes.

—Dadnos a quienes persiguieron al flautista y podréis volver a casa con vida.

No tardaron en coger a los hombres y tirarlos a sus pies. Demasiado asustados de ver cómo la historia amenazaba con repetirse.

La chica y uno de los muchachos dejaron de tocar, pero el otro los mantuvo a todos atentos y encerrados en la música para que no pudieran escapar.

—Engañasteis a nuestro padre —los acusó el muchacho a todos—. Y luego lo matasteis.

La gravedad de la situación se hizo palpable cuando todas las piezas del puzzle cayeron en su lugar.

Eran sus hijos, los hijos del flautista.

La muchacha se sacó los guantes que llevaba dejando ver unas manos de plata brillantes como la luna.

—Y ni siquiera tuvisteis agallas para hacerlo cara a cara —les dijo ella, sus preciosas facciones retorcidas en una mueca de absoluto desprecio—. Le prendisteis fuego a nuestra casa durante la noche. ¡Cobardes!

Durante muchísimo tiempo los trillizos habían creído que el incendio había sido un desafortunado accidente. Hasta que habían tenido una de sus visiones, algo que ocurría de vez en cuando si tocaban juntos, y descubrieron la horrible verdad.

Esos timadores, rastreros y cobardes humanos habían seguido a su padre hasta su casa, resueltos a hacerle pagar por su crimen. Hasta que los vieron y se dieron cuenta de que los trillizos habían heredado la magia de su padre. Entonces decidieron que arrancarían ese cáncer del mundo para siempre.

Habría sido un plan infalible si los muchachos no hubieran sobrevivido.

Pues el don para la música no había sido lo único que les había transmitido su padre. También habían heredado su talento para vengarse.

Iris retomó el violín y se unió a la melodía que tocaba Ismael para mantener a la ciudad atrapada en la plaza. La muchacha sonrió a los hombres y cuando se dio la vuelta y echó a caminar hacia las murallas de la ciudad la siguieron sin rechistar.

Isaac llamó la atención de los demás con una palmada y les sonrió de forma siniestra.

—Si queréis a vuestros niños —les dijo Isaac volviendo a coger su violín—. Os los devolveré.

La melodía de Isaac era lo que el resto de la pieza necesitaba para oírse completa. La suite de la venganza de los hermanos Del Castillo.

Ismael mantuvo a los vecinos anclados al suelo, pese a que su primer instinto había sido correr y alejarse de los hijos de aquel monstruo.

Iris se alejó con los hombres que se habían atrevido a matar a su padre, casi matar a sus hermanos y mutilarla. Y sin duda no los volverían a ver.

E Isaac se encargó de concederles su deseo. Recuperar a sus niños.

Poco a poco las risas de los pequeños se adueñaron de las calles de Hamelín. Sus pasitos apurados resonaban por las calles de piedra de la ciudad. Y durante un dulce segundo los habitantes creyeron que podrían conseguir lo que deseaban.

Por desgracia, los hermanos no estaban más dispuestos a rectificar la decisión de su padre, que lo que lo había estado él dos años antes.

Los pequeños aparecieron. Con las ropas empapadas, la piel grisácea y el pelo sucio y enredado. Pero lo más alarmante eran los ojos. Esos pequeños ojos rojos que brillaban con la luz de las antorchas.

Poco a poco las cadenas del violín de Ismael se aflojaron y las mujeres de la ciudad corrieron hacia los niños para encontrar a los suyos. Solo para huir en la otra dirección cuando se dieron cuenta de lo que ocurría.

El pequeño ejército de niños se abalanzó sobre los adultos en cuento los vieron. Destrozándolo todo a su paso.

Las ratas habían sido una maldición.

Un castigo para que las gentes de Hamelín aprendieran lo que era realmente importante. Su padre había sido una prueba. Una forma de comprobar si habían aprendido la lección. Cuando no lo hicieron les quitó lo más importante que tenían.

Una condena que Isaac no podía, ni quería, levantarles.

Los hermanos dejaron de tocar y vieron el caos desenvolverse a su alrededor.

—Muy bonito —la voz de su hermana llamó su atención a su espalda.

Se acercó a ellos abrazando el violín.

—¿Y ese harén que te seguía?

—Se tropezaron y se cayeron de la muralla —les contestó Iris con un encogimiento de hombros y esa sonrisa inocente que sabían que no era de fiar en ese contexto en particular.

Hizo un gesto con la cabeza, señalando a los niños.

—¿Se puede saber qué es eso? Porque los niños se fueron, no se ahogaron en el río.

Los humanos lo creían. Porque los humanos para inventarse historias se bastaban solos. Pero no había sido verdad. Los niños no habían tenido la culpa, su padre solo los había alejado de la mala influencia de aquella condenada ciudad.

Isaac se volvió una última vez antes de salir de la ciudad y volver al circo. Sonriéndoles a sus hermanos con una sonrisa más inocente y menos de fiar, sí cabía, que la de Iris.

—Las ratas.

PRIMERA ENTRADA DEL ORIGIRETO!!!! UUUUUUUUUH!!!! Parecía que no iba a llegar y aquí estamos. Que buena primera impresión.

¿Que qué es el Origireto?

Muy bien, gracias por la pregunta...

Origireto viene de Original y Reto y es una fermosa iniciativa de Katty y de Stiby para escribir y divertirnos y en mi caso internarme más en mi proyecto personal, porque llevo años que si tendría que describir lo que hago con el Circo Escondido es... darle toquecitos con un palito para ver si sigue vivo.

Y con esta imagen horrible me despido!!

Datos de la historia en cuestión.

Objetivo principal: Crea un relato basándote en una canción.

Cuentos y leyendas: El flautista de Hamelín (por si no habíais caído)

Criaturas del camino: Brujas-hechiceros (tanto el flautista como los trillizos entran en la categoría diría yo)

Objetos ocultos: Magia y una canción.

Número de palabras: 1000